Existen tantas razones para el fracaso como para el éxito; es imposible hacer generalizaciones globales. El triunfo o el fracaso de cada jugador tiene sus propias causas. El más controvertido de todos ello es esa presa tan elusiva llamada "talento". Todos conocemos historias de precocidades de este tipo y, en general, solemos aceptar que tales individuos nacieron con dones especiales.
-Mozart, componía sinfonías a los 5 años.
-Pascal, escribía teoremas geométricos en las paredes de su cuarto de juegos a los 12 años.
-Reshevsky, se exhibía se exhibía de marinerito, y vencía a salas repletas de jugadores adultos por todo Europa a los siete años. Lo examinaron exhaustivamente psicólogos buscando el origen de sus milagrosas capacidades increibles para su edad.
-Capablanca, aprendió a jugar a los 4 años con sólo ver jugar a su padre y seguidamente rivalizar a jugadores expertos.
Aun así, esos extraordinarios talentos necesitan una oportunidad para desarrollarse. Así pues, el debate de la genética contra la educación no tiene una solución tan fácil. Si el padre de Mozart hubiera sido pintor en lugar de músico, ¿conoceríamos hoy día a Mozart?. Ver más información.
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